
Claro, los hombres y mujeres que nos llevan a esquiar, pescar, hacer rafting y escalar se ponen a trabajar en un hermoso paĂs. Pero tambiĂ©n tienen que lidiar con dĂas de 16 horas, pañales sucios, sexo en la playa, clientes deshonestos, resacas, salarios bajos, encuentros con osos y relaciones amorosas que no siempre son una buena idea. ÂżNo nos crees? Solo pregĂşntales. (Y revise las respuestas a nuestra encuesta anĂłnima de 500 guĂas para tener una idea de los mejores consejos, peores clientes y amenazas ocasionales de asesinato del trabajo).
Todo el mundo comienza desde abajo
Garrett Madison, 36
Dueño de Madison Mountaineering; guĂa sobre las Siete Cumbres y otros picos
TenĂa 20 años cuando me contrataron por primera vez en Rainier Mountaineering. En aquel entonces tenĂan pruebas de guĂa. Éramos quizás 90 de nosotros, y todos competĂamos por los mismos diez trabajos. Tuvimos que levantarnos y decirles a todos por quĂ© pensábamos que deberĂamos ser contratados, que era una de las pruebas del propietario Peter Whittaker. Otra fue la Marcha de la Muerte, una carrera de una milla y 1,500 pies verticales desde Paradise hasta Panorama Point. Dijeron: “Es importante terminar cerca del frente de la manada”. Hicieron que uno de sus muchachos más fuertes nos sacara del estacionamiento y subiera la colina a travĂ©s de la nieve. DespegĂł al 100 por ciento, y fue una lucha mantenerse al dĂa. Luego llegamos a la mitad del camino: su chico más fuerte habĂa subido más temprano en el dĂa y nos estaba esperando. Él dejĂł caer a todos. No creo que los resultados hayan importado. era solo la forma Whittaker. Una vez que me contrataron, ganĂ© $ 60 por dĂa, y a veces era un dĂa de 24 horas. Trabajamos dos o tres semanas seguidas liderando cumbres de dos dĂas. LevantarĂamos un grupo, descenderĂamos, obtendrĂamos el siguiente grupo y volverĂamos a la cumbre. Una vez hice cinco cumbres Rainier en una semana. Los llamamos yo-yos. Apenas dormimos. No estoy seguro de poder hacerlo ahora.
Es el trabajo de la guĂa lidiar con el Sh-t
Doug Grady, 44
Ex guĂa en los Andes y el Himalaya para Mountain Madness
Estaba en un viaje de dos semanas guiando en Cayambe, la tercera montaña más alta de Ecuador. Son 19,000 pies. HabĂa un clima muy alto, una tormenta de nieve, y nos estaban maltratando. AsĂ que nos agachamos en el glaciar inferior durante unos dĂas. Cuando eso sucede, todo lo que puede hacer es sentarse, comer, hablar y cagar.
Una guĂa siempre está pendiente de si las personas están cálidas, secas, bien alimentadas e hidratadas y se divierten. TambiĂ©n debes asegurarte de que vayan al baño regularmente.
Me di cuenta de que una mujer, que era atractiva y siempre realmente junta, no lo era. Bueno, la compañera de tienda de esta mujer vino a mĂ y me dijo: “No sĂ© quĂ© está pasando, pero mi tienda huele a mierda”. En ese momento supe que algo andaba mal.
AsĂ que esperĂ© aproximadamente una hora, para darle al compañero de tienda una negaciĂłn plausible, y luego fui a hablar con ella. Le dije: “ÂżTienes calor? Estas seco? ÂżTiene evacuaciones normales?
“SĂ”, dijo ella.
“ÂżDĂłnde has estado usando la letrina?”
“Bueno, lo he estado cuidando solo”.
Me detuve y dije: “ÂżQuĂ© significa eso?”
Ella dijo: “Traje estos pañales para adultos Depend para poder ponerme los pantalones y luego quitarlos y ponerlos en mi mochila”.
No sĂ© cuánto tiempo me detuve antes de decir: “Tienes que dejar de meterte en tus propios pantalones”.
Como puedes imaginar, fue una escena bastante desagradable en esa tienda. Y, como guĂa, fui yo quien tuvo que cuidar los pañales.
No hay tal cosa como la privacidad
Angelisa Espinoza, 37
GuĂa de ciclismo para viajes de backroads
La Ăşnica forma de lidiar con la locura de guiar las 24 horas del dĂa es cerrar todo lo personal. Cuando estoy de viaje, no hablo con mi familia, no pago facturas, no trato con nada que no estĂ© frente a mĂ. Estoy cuidando a personas psicolĂłgica y logĂsticamente. Pasas todos los dĂas con ellos. Eso es mucho tiempo, aunque tambiĂ©n es la mejor parte del trabajo: la gente suele ser encantadora. Pero nunca tienes un descanso. Donde sea que guĂe, hay una casa para el personal. Es como el mundo real: todos tienen un espacio compartido. Tu oficina tambiĂ©n está allĂ, y esas personas son tu vida social, porque estás solo en Hawai o Tailandia o donde sea.
Cuando eres joven, es emocionante. No tiene muchos gastos y puede viajar a todos los lugares que siempre ha querido ver. Pero cuando has estado guiando durante mucho tiempo, comienzas a orar por privacidad y tiempo libre. Ahora solo quiero estar en casa con mi hombre. Realmente no me importa si voy a Nueva Zelanda o Vietnam, porque he estado allĂ.
La broma perfecta requiere sincronizaciĂłn perfecta
Chris Glatte, 46
Antigua guĂa del rĂo en Oregon e Idaho
En el Ăşltimo dĂa de un viaje al rĂo Rogue, en Oregon, siempre nos quedamos en Decision Rock, y siempre tuvimos problemas para soportar. AsĂ que durante años apilamos rocas cercanas para tirarles. Escuchaste otros campamentos golpeando ollas y sartenes, y sabĂas que estaban manguitos. Pero los osos nunca se meterĂan con nosotros más de una vez, debido a las rocas.
El verano de 1998 fue mi Ăşltima temporada como guĂa. Antes de ir a mi Ăşltimo viaje, fui a una tienda de disfraces en Grants Pass y pedĂ un traje de oso. No tenĂan uno, pero tenĂan un gorila. AsĂ que alquilĂ© eso y lo empaquĂ© en mi bolsa seca.
Cuando llegamos a Decision Rock, todos los clientes se fueron a acampar sobre el rĂo. Mientras nos preparábamos para la cama, les dije a los otros guĂas, incluido mi hermano, Hayden, y su futura esposa, Margie: “Oye, la Ăşltima vez que estuve aquĂ habĂa un cachorro de oso, y no quiero lastimar al cachorro, asĂ que creo que deberĂamos golpear ollas y sartenes esta noche en lugar de tirar piedras “.
AsĂ que conseguĂ todas estas ollas y sartenes y las puse al lado de la cabeza de todos. Hayden dijo: “No estoy haciendo eso. No funciona “. AsĂ que apilĂł un montĂłn de rocas del tamaño de una pelota de bĂ©isbol a su lado.
Nos fuimos a la cama y puse la alarma a las dos de la mañana. Cuando sonĂł la alarma, me escabullĂ. TomĂ© varios chalecos salvavidas y me los puse por todas partes, alrededor de mis hombros, como un pañal, en todas partes. Llevando todo eso con el disfraz encima, era enorme.
CaminĂ© hasta el rĂo a cuatro patas, puse mis manos sobre la mesa y golpeĂ© cosas. Estaba haciendo todo este ruido: “Grrr, grrr”. Margie se despertĂł y le dio un codazo a mi hermano. “Hayden, es un oso! ¡Está justo allĂ! ”
Hayden se levantó, bastante atontado, e intentó concentrarse en lo que estaba viendo. Cuando él se echó hacia atrás y agarró una piedra, me puse de pie y comencé a correr hacia él tan rápido como pude. Estaba enredado en su saco de dormir y yo salté por el aire hacia él, pero él se levantó a tiempo. Entonces, en lugar de aterrizar sobre él, aterricé sobre sus piernas y él comenzó a golpearme en el estómago.
Mientras tanto, lo estaba golpeando en la cara, tratando de arañarlo con las manos de goma del gorila. Estaba gritando de terror. MirĂ© y vi a Margie, que estaba a mi lado, con su olla en la mano, y ella estaba golpeando la olla, tratando de asustarme mientras estaba atacando a Hayden. Cuando vi eso, lo perdĂ y comencĂ© a reĂrme tanto que rodĂ© de Ă©l.
En este punto, todos los guĂas estaban despiertos. Mi hermano estaba hiperventilando. Más tarde me dijo: “Mientras te pateaba, estaba pensando, es un poco blando para un oso”.
Una coda a la historia:
Después de eso, rodeé a un grupo de niños de la ciudad de Nueva York que estaban de viaje. Todos se despertaron y miraron, sin hacer un movimiento.
En la mañana, uno de los niños dijo: “¡Hubo un oso anoche!” Y pronto todos ellos estaban contando historias sobre lo que vieron.
Pero uno de los niños, Brian, no decĂa mucho.
“Brian, Âżviste el oso?” Yo preguntĂ©.
Y otro niño dijo: “No le preguntes a Brian. PensĂł que era un gorila “.
No puedes predecir lo que saldrá mal
Peter Grubb, 57
Dueño de Row Adventures
En una secciĂłn del rĂo Lower Salmon de Idaho, hacemos muchos viajes familiares. Es agua blanca cálida e intermedia con muchas playas grandes para acampar. Un año estaba remando ese tramo y tenĂa una familia en mi bote, una mamá, un papá y un par de niños, tal vez de 10 y 12 años, y vi algo en la playa, pero no pude distinguir lo que estaba pasando. pasando A la deriva, dije: “Parece que están jugando Twister”.
A medida que nos acercábamos, los detalles aparecieron a la vista: habĂa un tipo desnudo equilibrado en su mano. HabĂa una gran mujer desnuda encima de Ă©l. Y digamos que tambiĂ©n hubo otro tipo involucrado. GirĂ© mi bote para que la familia se enfrentara a la orilla opuesta, tratando de editar su vista. Pero fue inĂştil.
Cuando las tres personas nos vieron, se separaron. Pero en lugar de esconderse, la mujer corriĂł hacia la orilla del agua. Estaba tan lejos de ella como puedas llegar al rĂo y aĂşn estar mojada, pero ella gritaba: “¡Ven! ¡Ven aquĂ!
Esa secciĂłn particular del rĂo tiene mucha geologĂa interesante, asĂ que comencĂ© a hablar sobre los flujos de basalto. La ignoramos hasta que regresĂł y reanudĂł sus actividades con uno de los hombres desnudos. Pero el segundo hombre desnudo, se subiĂł a un ATV y comenzĂł a hacer rosquillas alrededor de la pareja mientras lo intentaban.
TodavĂa llamamos a ese lugar Twister Beach.
Todo es culpa de la guĂa
Chris Dombrowski, 39
GuĂa de pesca en Montana; autor de Cuerpo de agua
En mi primer dĂa, llevĂ© a esta pareja al Big Hole en Montana. El marido tenĂa un traje de caña, pero la mujer no tenĂa nada. Solo tenĂa un combo, pero dije: “Puedes tomar prestada mi caña y carrete por el dĂa”. Pescamos toda la mañana y nos detuvimos para almorzar en un banco alto con vistas a esta agradable carrera, para ver si los peces estaban subiendo. Regresamos al bote despuĂ©s del almuerzo y nos alejamos del banco, y dije: “Está bien, echamos a esta orilla izquierda cerca de la hierba”. Y la mujer dijo: “ÂżDĂłnde está mi vara?” Y yo dije: “ÂżQuĂ© quieres decir?” Y ella dijo: “Bueno, simplemente lo apoyĂ© contra el bote durante el almuerzo”. ComencĂ© a reservarlo rĂo arriba para ver si la barra todavĂa estaba allĂ, pero por supuesto que se habĂa ido, arrastrada por el rĂo.
Cuando volvĂ a la tienda de moscas, me quejĂ© a mi jefe. Él dijo: “Si un hombre cae al rĂo porque está borracho, es tu culpa. Si una mujer se pierde en el bosque mientras mea, es tu culpa. Y si alguien pierde tu vara, es tu culpa “. En nuestro negocio, hay mucha verdad en eso.
Un verdadero profesional hará cualquier cosa por el cliente
John Race, 46
GuĂa de montañismo en Alaska
En 1992, conduje mi primer viaje en Denali. TenĂa 23 años y mi asistente, Matt Belson, tenĂa 21 años. Cuando nos encontramos con nuestros clientes en el aeropuerto de Anchorage, se notaba que pensaban que serĂamos mayores. “ÂżDĂłnde están los guĂas?” ellos preguntaron. “Éramos nosotros”, le dije. Entonces estaba ansioso por impresionarlos. Pero cuando apareciĂł nuestro conductor, ella tenĂa una camioneta que era demasiado pequeña para nuestro grupo y todo nuestro equipo. Detrás de ella habĂa dos Jeep Cherokees conducidos por un par de alemanes. ExplicĂł que el vehĂculo más grande que solĂa conducir se habĂa incendiado más temprano ese dĂa, cuando habĂa estado conduciendo a los alemanes a Anchorage para alquilar los Jeeps para un viaje al lado norte del Parque Nacional Denali. Ella los convenciĂł de transportar a nuestro grupo a Talkeetna y, a cambio, cubrirĂamos algunos de los costos de alquiler.
Subimos y condujimos todo el camino a travĂ©s de Anchorage en un tráfico contundente antes de que Belson recordara que nos habĂamos olvidado de tomar la comida seca en el aeropuerto. Les dijimos a los alemanes que tenĂamos que dar la vuelta y conducir todo el camino de regreso. Estaban enojados, pero cumplieron. Conseguimos la comida y salimos de la ciudad. Nuestro arreglo habitual era parar en Wasilla para recoger alimentos frescos. Nadie habĂa mencionado esto a los alemanes, pero nuevamente cumplieron. EntrĂ© a comprar y estaba recogiendo 12 libras de mantequilla cuando Matt corriĂł y me dijo que los alemanes se iban. Todo nuestro equipo estaba en esos autos, asĂ que corrĂ afuera y vi a los Jeeps golpear la carretera principal.
CorrĂ por el estacionamiento, crucĂ© una zanja y salĂ al camino agitando los brazos. CerrĂ© los ojos con el hombre alemán mayor que conducĂa el primer Jeep. En lugar de detenerse, acelerĂł. SaltĂ© al aire justo antes de que me atropellara. GolpeĂ© el parabrisas, rodĂ© sobre la parte superior del auto y agarrĂ© el portaequipajes justo antes de salir de la parte trasera. Cuando el alemán apretĂł los frenos, mi grupo rodeĂł el auto, lo arrastrĂł fuera de su asiento y lo empujĂł al suelo. Luego agarrĂ© a uno de mis clientes, lo metĂ en el asiento del conductor, puse al viejo alemán en la parte de atrás y le dije al nuevo conductor que llevara al grupo a Talkeetna y se asegurara de que nuestro equipo estuviera bien. Entonces terminĂ© mis compras.
Nada supera a un cliente con una buena actitud
Cameron Scott, 37
GuĂa de pesca en Colorado y Oregon
Un dĂa recogĂ a los clientes de un guĂa retirado en Basalt, Colorado. El viaje tuvo tres generaciones de mujeres en una familia: una abuela, una madre y una hija. Otra guĂa llevĂł a la madre y la hija, que quizás tenĂa 13 años. Y tuve a la abuela, que habĂa pescado con nosotros para siempre. Ella fue una de esas mujeres que encontrĂł la pesca con mosca en la dĂ©cada de 1970 y siguiĂł haciĂ©ndolo a pesar de que era un deporte muy dominado por los hombres. Ahora que era mayor, habĂa tenido una demencia muy severa. Pero ella retuvo ese amor.
Era un dĂa de mediados de agosto en Colorado en 2012, los monzones acababan de dejar de fumar y hacĂa sol y calor. Los dragones verdes eclosionaron por la tarde. El agua de la presa estaba lo suficientemente frĂa como para lastimarte las manos.
Estábamos en la sartĂ©n, un magnĂfico rĂo de pesca con mosca, y habĂa cuatro mil millones de peces por ahĂ. La abuela atraparĂa uno, lo traerĂa, obtendrĂa una gran sonrisa y comentarĂa lo hermoso que era. Entonces lo dejarĂamos ir. Y no 20 segundos despuĂ©s, ella decĂa: “Cam, Âżcuándo voy a pescar?” Como si todavĂa no hubiera atrapado uno. Ella recordaba cĂłmo lanzar. Ella recordĂł mi nombre. Ella recordaba la sartĂ©n. Y cada vez que atrapaba un pez, estaba hipnotizada. Pero sea lo que sea sobre su demencia, no pudo aguantar ese momento. Era casi como si la emociĂłn fuera tan pura que no pudiera volver al presente despuĂ©s.
Esto continuĂł durante unas cuatro horas. Finalmente, fue el final del dĂa, y ella dijo: “Cam, realmente tuve un gran dĂa. Pero realmente querĂa pescar “. Y me aplastĂł. No querĂa nada más que hacerla saber que atrapĂł un pez.
Pero la cuestiĂłn era que tenĂa una emociĂłn tan pura cada vez que atrapaba una. Rara vez son adultos que emocionados. Muy a menudo pescan un pez, incluso un pez grande, y todo lo que quieren hacer es pescar otro. Pero con ella, pude ver la emociĂłn del primer pez una y otra vez.
Nunca asuma que el cliente tiene una pista
Scott Schell, 42
Antigua guĂa de montañismo con servicio de guĂa profesional
Una guĂa que conozco tenĂa un cliente japonĂ©s que era un esquiador novato. Se conocieron por la mañana y salieron, pero el cliente estaba realmente sufriendo. El hombre solo hablaba japonĂ©s, por lo que el guĂa no podĂa entender cuál era el problema. El cliente seguĂa señalando sus botas. Finalmente, el guĂa sentĂł al hombre en la nieve para mirar sus pies. Ahora, este cliente era solo un chico pequeño, quizás cinco pies y seis. Pero el guĂa notĂł que llevaba estas enormes botas de esquĂ, tal vez talla 14. “Tenemos que quitárnoslas”, dijo el guĂa. “No hay forma de que les duela tanto”. Se desabrochĂł las botas y encontrĂł el problema: dentro, el tipo todavĂa llevaba puestos sus zapatos de vestir de cuero.
Hacer del trabajo tu vida significa hacer compromisos
Dave Hahn, 53
GuĂa de montañismo para RMI
Estoy viajando ocho meses al año, y eso es bueno y malo. Comprar una casa fue inteligente, en tĂ©rminos de establecer una base, pero ahora tengo algo que perder. Antes, ÂżquĂ© extrañé? ÂżMi coche? Lo más difĂcil para mĂ es empacar para el Monte Everest en la primavera y perder el final de la temporada de patrulla de esquĂ en Taos, Nuevo MĂ©xico, que es el momento más divertido. Voy a diez semanas de clima frĂo, desagradable y malo del Everest justo cuando las flores están empujando hacia arriba y los pájaros cantan en mi jardĂn. Es diferente cuando te estás preparando para un objetivo personal de escalada, pero me voy para ir a trabajar, aunque estoy emocionado una vez que llegue allĂ. No me estoy quejando. Es justo lo que sucede cuando conviertes algo que amas en un trabajo.
La guĂa de expediciĂłn es una especie de bĂşsqueda egoĂsta. Si lamentas a alguien en casa, probablemente no seas una buena guĂa. Siento que es incorrecto dejar repetidamente a alguien para realizar largas expediciones. Los estás haciendo pasar por el infierno. Creo que la Ăşnica forma en que puede funcionar es si la persona con la que estás involucrado es igual que hacer lo suyo mientras tĂş estás haciendo lo tuyo. Personalmente, nunca he tenido un gran plan para evitar el matrimonio y la familia. PensĂ© que lo harĂa todo cuando creciera, pero crecer ha resultado ser tedioso y lento.
El editor colaborador Christopher Solomon escribió sobre el esquà en Columbia Británica en noviembre.
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From Outside Magazine, mayo de 2015