
El 12 de abril de 2019, alrededor de 50,000 personas vestidas con chaquetas oscuras llenaron el estadio Kim Il-sung en la capital de Corea del Norte para el maratón de Pyongyang. El mar de espectadores aplaudió con tablones de madera cortos en un ritmo bien ensayado, y los conductores en la parte delantera de las gradas guiaron a la multitud para levantar conos de oro distribuidos de antemano. Abajo en el campo, los entrenadores ordenaron a los atletas de maratón de Corea del Norte que “se pongan de pie” durante la ceremonia de izamiento de la bandera y no “miren a los extranjeros”. La carrera es el único evento en el paÃs que está abierto a concursantes extranjeros, y atrae a unos 1,000 corredores de 58 paÃses además de sus 600 participantes norcoreanos.
Entre los participantes externos estaban Aimee Fuller, la snowboarder británica y dos veces olÃmpica, y Mirjam Jaeger, una esquiadora olÃmpica de estilo libre retirada y medallista de los X Games de Suiza. “Al llegar al estadio, casi me sentà como si estuviera en la ceremonia de apertura olÃmpica”, dice Fuller. Ella y Jaeger son sujetos del fascinante documental. Corriendo en Corea del Norte, que se estrena el 24 de septiembre en Olympic Channel y OlympicChannel.com y sigue a los dos atletas en el transcurso de la semana que pasaron en Pyongyang antes de la raza.
El director de la pelÃcula, Carl Hindmarch, ha trabajado en todo, desde una serie de televisión de National Geographic sobre periodistas que fueron tomados como rehenes en el programa de supervivencia de Bear Grylls Man vs. Wild. Pero nunca habÃa encontrado nada como filmar en un paÃs como este. Antes de llegar, investigó otros documentales realizados en Corea del Norte y habló con amigos que habÃan estado allÃ, pero fue difÃcil encontrar mucha información sobre qué esperar, aparte de no tener servicio celular, ser acompañado en todas partes y que su teléfono del hotel sea interceptado.
Las cosas salieron mejor de lo esperado. A medida que la pelÃcula narra, el equipo recibió acceso incomparable para explorar instalaciones deportivas y conversar con los atletas más decorados de la nación. Fuller y Jaeger se reunieron con medallistas olÃmpicos y campeones mundiales en levantamiento de pesas, tenis de mesa, gimnasia y maratón; Todos fueron cuidadosamente seleccionados a una edad muy temprana, después de lo cual comieron, vivieron y respiraron deportes. Sus entrenadores les inculcaron la fe de que su destreza atlética algún dÃa traerÃa alabanza y gloria al paÃs. Después de ganar competencias mundiales, algunos atletas norcoreanos fueron dotados de lujosos apartamentos y limusinas, mientras que otros obtuvieron un alto estatus polÃtico, convirtiéndose en delegados de la Asamblea Popular Suprema, el cuerpo legislativo del paÃs. La familia Kim elogia a los ganadores de medallas, y los norcoreanos tratan a esos atletas como estrellas de rock.
El tiempo de Fuller y Jaeger en Corea del Norte es previsiblemente extraño. Durante una carrera de calentamiento en las calles de Pyongyang, Fuller intenta interactuar con peatones curiosos, pero un automóvil la sigue todo el tiempo. Como a Jaeger no se le permite ir sola a ninguna parte, completa su entrenamiento en un laberinto de pasillos en el hotel donde se hospeda. Un dÃa antes del maratón, mientras la tripulación se traga tofu picante en el restaurante del hotel, el poder de repente se corta; aparentemente, demasiados extranjeros (en su mayorÃa participantes del maratón de Pyongyang) estaban usando sus dispositivos digitales, lo que sobrecargó el sistema eléctrico del hotel.
Después de ser pastoreado de un lugar a otro durante seis dÃas, Fuller finalmente es liberado por el arma inicial de la carrera. El curso del maratón sigue el rÃo Taedong y pasa de todo, desde la plaza Kim Il-sung a barrios residenciales. Durante las cuatro horas y media que tarda en completar la carrera, Fuller finalmente puede interactuar con los lugareños que los animan. Y también lo hace Jaeger, que compitió en la carrera de 10 km. “Hay dos partes en mi cabeza: una me dice:” Oye, las cosas que has leÃdo sobre este paÃs no son ciertas “”, dice Jaeger en la pelÃcula. “Por otro lado, estoy viendo muchos [miserable] cosas.”
Sin embargo, en última instancia, la pelÃcula muestra que incluso en los lugares más aislados y secretos, el deporte puede ser un lenguaje unificador que humaniza y une a las personas.
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